Elaborado por: Manuel Alejandro Parrado.
El
cáncer de próstata es actualmente el más común en la población masculina
a nivel mundial, y es el segundo en tasa de mortalidad, solamente sobrepasado
por el cáncer de pulmón. Su alta incidencia está relacionada con varios factores, entre los cuales están: El
hereditario, ya que queda demostrado que ciertas etnias tienen mayor
probabilidad de desarrollarlo, la edad avanzada, alimentación y condición
física.
Este
tipo de cáncer independientemente de su alta cantidad de defunciones, no se
considera letal si se trata a tiempo, pero sucede que todavía no existe una
concientización sobre los chequeos de rutina, ya que la mayor parte de la
población espera a tener un padecimiento para acudir a un profesional de la
salud.
Este
trabajo tiene por objetivo informar al leyente, dando a conocer factores
condicionantes, sintomatología y tratamiento de este padecimiento, con el
propósito de fomentar la prevención en la salud.
Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=OIai84XfzCw
La próstata es una glándula que se encuentra
debajo de la vejiga de los hombres y produce el líquido seminal. El cáncer de
próstata es común en hombres de edad avanzada. Este tipo de cáncer se
considera extraño en hombres menores de
40 años. Los factores de riesgo de desarrollarlo incluyen: tener más de 65
años, historia familiar y ser afroamericano.
En el proceso para diagnosticar el cáncer de próstata, el
profesional podría hacer un proceso
semi-invasivo llamado tacto rectal, lo cual no es más que la introducción de
uno o dos dedos dentro del recto del paciente,
para buscar algún bulto o cualquier cosa fuera de lo normal. También se
podría realizar un análisis de sangre de antígeno prostático específico (PSA,
por sus siglas en inglés). Estos análisis también se realizan en los exámenes
de detección de cáncer de próstata,
los cuales intentan detectar el cáncer antes de la presencia de síntomas (Cáncer, 2016) .
Si los resultados son anormales, se recurre posteriormente a
exámenes como: Ecografía: procedimiento en el cual se inserta en el recto una sonda que tiene aproximadamente el tamaño de un dedo para
examinar la próstata. Resonancia
magnética: procedimiento que
utiliza un imán, ondas
de radio y una computadora
para crear una serie de imágenes detalladas de áreas internas del cuerpo. Biopsia: extracción de células o tejidos realizada por un patólogo para observarlos al microscopio. El patólogo observa la muestra de tejido para ver
si hay células cancerosas y determinar el puntaje
de Gleason. El puntaje de Gleason
varía entre 2 y 10, y determina la probabilidad de que el tumor se disemine. Cuanto más bajo es el puntaje, menor la
probabilidad de diseminación del tumor.
Nota: La mayoría de los hombres con este tipo de cáncer,
con el seguimiento adecuado no mueren de este padecimiento. Estos y otros signos y síntomas pueden ser producto del cáncer de próstata o
de otras afecciones
· Ganas repentinas de orinar.
·
Flujo de
orina débil o interrumpido ("para y sale").
· Aumento de la frecuencia de ir a orinar (en
especial, por la noche).
· Dificultad para iniciar el flujo de orina.
· Dificultad para vaciar la vejiga por completo.
· Dolor o ardor al orinar.
·
Falta de
aire, sensación de mucho cansancio, latidos rápidos del corazón, mareo o piel
pálida a causa de anemia (cancer, 2016) .
Factores catalizadores en el estilo de vida:
Alimentación: Estadísticamente está comprobado algunos componentes de las dietas mediterráneas y asiáticas
protegen contra el desarrollo del cáncer de próstata, y que la carencia de
estos compuestos en la dieta occidental, constituyen un importante factor para
el desarrollo de esta enfermedad. Existen importantes diferencias geográficas
en la incidencia de cáncer de próstata a lo largo del mundo. Estas diferencias
sugieren que algunos factores dietéticos pueden influir en el desarrollo del
cáncer, bien jugando un papel activador o bien como inhibidor de la
carcinogénesis. La incidencia del cáncer de próstata en la población negra en
USA es 30 superior a la que se da en Osaka (Japón) y 120 veces superior a la
Shangai (China).Un interesante estudio observó un aumento entre 3 y 7 veces en
la incidencia de cáncer de próstata clínico en la primera generación de Chinos
y Japoneses nacidos en USA. Dentro de Estados Unidos se ha visto una relación
directa entre la ingesta de grasa por persona con la mortalidad por cáncer de
próstata, siendo la mortalidad por cáncer de próstata más alta en los Estados Unidos
donde se da el mayor consumo de grasa. (Cagigal, 2003) .
Condición
física: Cumplir con un régimen de
ejercicio moderado o intenso podría mejorar las probabilidades de un hombre de
sobrevivir al cáncer de próstata, sugiere un nuevo estudio. El estudio de la
Sociedad Americana Contra El Cáncer (American Cancer Society) incluyó a más de
10,000 hombres de 50 a 93 años de edad, que fueron diagnosticados con un cáncer
de próstata localizado (que no se propagó más allá del órgano) entre 1992 y
2011. Los hombres proveyeron a los investigadores información sobre su
actividad física antes y después de su diagnóstico.
Los
hombres con los niveles más altos de ejercicio antes del diagnóstico eran un 30
por ciento menos propensos a morir del cáncer de próstata que los que menos
ejercicio hacían, informó un equipo dirigido por Ying Wang, epidemióloga principal
del programa de investigación en epidemiología de la sociedad oncológica. (Preidt, 2016)
Alimentos
que favorecen y desfavorecen células
cancerígenas:
1.
Grasas
Según estudios epidemiológicos una alimentación rica en grasas (sobre todo las
grasas saturadas) se relaciona con un aumento de padecer cáncer de mama,
ovarios, útero, colon, pulmón y próstata. En los últimos 40 años en todos los
países de Europa se han observado un gran incremento en el consumo de grasas,
debido al incremento de aceites vegetales.
2.
Hidratos
de carbono y fibra. Según estudios recientes no todos los hidratos de carbono
actúan como protector en el cáncer colorrectal. La ingesta de cereales
refinados incrementa el riesgo de desarrollar cáncer de colon, por lo que se
recomienda consumir cereales enteros evitando los refinados y aumentar el
consumo de hortalizas y frutas, gracias a su efecto en el metabolismo y en el
peristaltismo intestinal. En el cáncer de mama, los alimentos ricos en hidratos
de carbono, actúan como protectores debido a su función fitoestrogénica.
3.
Proteínas. Numerosos estudios epidemiológicos
no han mostrado asociación entre una dieta rica en proteínas y el riesgo de
cáncer, pero se ha relacionado un alto consumo de carnes rojas (ovino, bovino y
porcino) y carnes procesadas (por ejemplo salchichas) con el desarrollo de
cáncer, sobre todo de colon , recto y próstata .Un estudio reciente concluyó
que el consumo diario de 100 gramos de carne aumenta el riesgo de padecer
cáncer colorrectal, y de próstata entre un 12% y un 17% ; mientras que el
consumo diario de 25 gramos de carnes procesadas aumenta el riesgo en un 49% .
Esta hipótesis se relaciona con la existencia de sustancias mutagénicas (aminas
heterocíclicas, hidrocarbonos aromáticos policíclicos) que surgen durante la
cocción de estos alimentos a altas temperaturas actuando como agente
cancerígeno.
4.
Vitaminas:
A: El
consumo de vitamina A y de carotenos se asocia con un menor riesgo de padecer
cáncer a nivel general. Debido a que los carotenos protegen de la oxidación y a
que la vitamina A controla la diferenciación celular, funciones relacionadas
con este beneficioso efecto. También se ha observado una disminución en el
cáncer de próstata asociado con una alta ingesta de licopenos.
El
licopeno es un pigmento con múltiples
actividades biológicas, se encuentra en abundancia en el tomate, los productos
a base de tomate, pomelo rosado y sandía. Un gran número de estudios han
investigado el licopeno, en relación con el riesgo de cáncer de próstata. Se ha
llegado a la conclusión, de que consumo elevado de productos de tomates estaba asociado con una reducción del 10% al
20% en el riesgo de cáncer de próstata, y de alta suero o las concentraciones
plasmáticas de licopeno se asociaron con un 25% de reducción del riesgo. (Inst, 2014)
C: La vitamina C previene el cáncer de
estómago y pulmón debido a que es un eficaz antioxidante. No está claro si su
efecto es directo o debido al consumo con otros componentes al paralelo. Se
recomienda ingerir diariamente 75-100mg/día. La encontramos en alimentos tales
como: escaramujo, perejil, pimiento rojo, kiwi, fresa, naranjas, espinacas,
tomates, etc.
E:
Estudios han mostraron un aumento en el riesgo de presentar cáncer de próstata
en varones con alta ingesta de vitamina E (Fernández, 2012). También se ha
asociado la suplementación de esta vitamina con una menor incidencia de
adenomas recurrentes en pacientes con una previa neoplasia de colón. Junto al
selenio se ha relacionado con la prevención del cáncer de mama. La encontramos
en alimentos tales como: Aceite de trigo, aceites de girasol, lino, aceite de
sésamo, avellanas, almendras, ciruelas pasas, aguacate, etc.
Ácido
Fólico: Incrementar la ingesta de ácido fólico (bien por alimentos o
suplementos) puede reducir el riesgo de neoplasias tales como el cáncer de
mama, colon, útero, hígado, entre otros, por su acción en los procesos de
división celular y en la síntesis del ADN, evitando mutaciones. La ingesta
recomendada de ácido fólico sería de 200-300μg/día, que a partir de la dieta es
complicado porque pocas personas toman la cantidad de verduras y cereales
aconsejables. Esto hace que en determinados casos sea recomendable la
suplementación. Lo encontramos en alimentos tales como: Lechuga, levadura de
cerveza, zanahorias, escarola, tomate, perejil, espinacas, brócolis, etc.
5.
Frutas
y vegetales: Siempre se ha relacionado una dieta rica en frutas y verduras con
una reducción de diferentes tipos de cáncer. El consumo de fruta y verduras
aporta componentes anticarcinogénicos ya mencionados anteriormente tales como:
ácido fólico y antioxidantes (carotenoides, vitamina C y E). Estos agentes
actúan de forma conjunta induciendo la detoxificación enzimática, diluyendo y
uniendo agentes cancerígenos en el tracto gastrointestinal, alterando el
metabolismo hormonal siendo sustratos para la formación de agentes
antineoplásicos y actuando como agentes antioxidantes. Por otro lado, estos
alimentos al fermentarse aportan fibra reduciendo el tiempo en el tránsito
intestinal, disminuyen el pH intraluminal y producen ácido grasos de cadena
corta que ejercen como potenciales anticarcinogénicos. (José Jesús
Gázquez Linares)
Bibliografía
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